vendredi 19 janvier 2018

Hábitat


Espacio en el que viví muy poco tiempo pero de una rara intensidad. Casi como un beduino, con lo imprescindible -agua, abrigo o frescor, según las estaciones, un poco de comida y silencio, ese silencio que permite escuchar los mil y un murmullos de la naturaleza, el silencio interior, en el que se explayan las voces que vienen con nosotros, siempre dulces hasta en la recriminación, porque tienen razón.
Espacio como una carpa, llena de objetos, pero pocos porque el espacio es mínimo y el todo hace un universo, y los objetos como amontonados pero con un orden riguroso, que conversan entre ellos, objetos -ninguno era mío- cargados de tiempo testigos de todo. Y la hora de la siesta, el mejor momento, dos rayos de luz que retratan las cosas y sus sombras mínimas en los muros, blanqueados a la cal y escondiendo todo sortilegio imaginable en el dibujo de sus manchas de humedad. Todo ese espectáculo de movimiento, luz y silencio duraba no más de 8 o 10 minutos hasta que quedaba una luz tibia, pacífica, melancólica y sensual. Entonces vibraba el aire de la tarde y era un lejano relincho, el viento en los árboles, los pájaros, algún gallito.
Los recuerdos...
Las voces amadas...


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mercredi 17 janvier 2018

Cesare Pavese


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos 
-esta muerte que nos acompaña 
de la mañana a la noche, insomne, 
sorda, como un viejo remordimiento 
o un vicio absurdo -

Tus ojos serán una vana palabra, 
un grito acallado, un silencio. 
Así los ves cada mañana 
cuando sola sobre ti misma 
te inclinas en el espejo. 

 Oh amada esperanza, 
también ese día sabremos nosotros 
que eres la vida y eres la nada. 
Para todos tiene la muerte una mirada. 

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. 
Será como abandonar un vicio, 
como contemplar en el espejo 
el resurgir de un rostro muerto, 
como escuchar unos labios cerrados. 

Mudos, descenderemos al abismo.

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Verrà la morte e avrà i tuoi occhi
-questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio imorso
o un vizio assurdo-. 

I tuoi occhi saranno una vana parola, 
un grido taciuto, un silenzio.
Così li vedi ogni mattina 
quando su te sola ti 
pieghi nello specchio. 

O cara speranza, 
quel giorno sapremo anche noi 
che sei la vita e sei il nulla.
Per tutti la morte ha uno sguardo.

Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.

Scenderemo nel gorgo, muti.





lundi 15 janvier 2018

Oliverio Girondo

 
Lo que esperamos

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.